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sábado, 10 de marzo de 2012

Esperanza para cambiar el mundo

Partes I y II
EL CEREBRO EMOCIONAL
NATURALEZA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Escrito por: Athamaica Marín
C.I. 17.207.624

Esperanza para cambiar el mundo
El ser humano, anatómica e internamente posee una característica que influye en su forma de actuar: la Inteligencia Emocional, donde se vinculan sus sentimientos, carácter e impulsos morales, procedente de una estructura cerebral compuesta por un anillo que rodea el tallo encefálico denominado Sistema Límbico, encargado de agregar emociones al repertorio de respuestas del cerebro. Uno de los centros de dicho sistema es la amígdala, ligada a los procesos del aprendizaje y la memoria desde la perspectiva emocional, así como el neurocórtex (cerebro pensante), que permite identificar, diferenciar, clasificar y entender las emociones. La interrelación de éstas constituye el núcleo mismo de la Inteligencia Emocional, en vista de que, una vez enfrentada una situación, el sentimiento que produce pasa por ambas partes del cerebro y éste genera una acción que denota la emoción en la persona.
Sin embargo, después de varios estudios neurológicos se ha demostrado que en las ocasiones de mayor presión, donde se activa el instinto de supervivencia de las personas, el estímulo llega primero a la amígdala, generando una respuesta inmediata desde el punto de vista emocional, donde el cerebro pensante pasa a un segundo plano, demostrando que la Inteligencia Emocional “aporta, con mucha diferencia, la clase de cualidades que más nos ayudan a convertirnos en auténticos seres humanos” (Goleman S/A).
Cabe destacar, que dichos estudios han dado pie para el análisis de la influencia que tiene el desarrollo del Coeficiente Intelectual (CI) y la Inteligencia Emocional en las personas, concluyendo que no todo aquel que demuestra una capacidad intelectual alta logra alcanzar el éxito en todos los aspectos de su vida; sin embargo, aquellos que poseen una Inteligencia Emocional elevada pero un CI bajo, son individuos exitosos, capaces de enfrentar diversos riesgos, seguros de sí mismos, sociables y muy positivos en todos los aspectos, demostrando que la inteligencia social no sólo es muy diferente de las habilidades académicas, sino que constituye un elemento esencial que permite a la persona afrontar adecuadamente los imperativos prácticos de la vida.
Esto se debe a que las personas que poseen Inteligencia Emocional desarrollada poseen gran capacidad para manejar su inteligencia interpersonal a través de la empatía, es decir, por medio de la conexión de emociones, verbales o no, con aquellas personas con quien tienen contacto, entendiendo los sentimientos y emociones ajenas, que los hace más agradables en su entorno familiar, social, laboral, entre otros. Así mismo, la inteligencia intrapersonal juega un papel fundamental, pues tienen el conocimiento necesario para identificar y clasificar todos sus sentimientos y emociones (conocimiento de sí mismo), evitando conflictos internos que puedan frustrar su desarrollo; por tanto, darse cuenta de los propios sentimientos en el mismo momento en que éstos tienen lugar constituye la piedra angular de la Inteligencia Emocional.
A lo largo de su vida, el ser humano experimenta gran cantidad de emociones “negativas” como la tristeza, angustia, enojo, melancolía, entre otros sentimientos que deben ser tratados, casi de forma inmediata, a través de la meditación, la distracción y otros recursos capaces de modificar el estado de ánimo, pues “El hecho de mantener en jaque las emociones angustiosas constituye la clave de nuestro bienestar emocional” (Goleman S/A).
Por ello, todos los seres humanos están en capacidad de desarrollar la Inteligencia Emocional desde muy temprana edad, en vista de que el cerebro se encuentra sometido a un incesante proceso de aprendizaje, por tanto, “las lagunas en la habilidad emocional pueden remediarse… a través de un conjunto de hábitos y de reacciones que, con el esfuerzo adecuado, pueden llegar a mejorarse” (Goleman S/A).
En tal sentido, es imprescindible establecer un programa educativo que exhorte a los niños a desarrollar su potencial a través de la Inteligencia Emocional más que la académica, en vista de que los problemas emocionales afectan la capacidad cognitiva, dificultando el alcance del mayor grado de autocontrol de esas emociones al servicio del rendimiento y aprendizaje, por consiguiente, la concentración se ve afectada a tal punto que el rendimiento académico disminuye.




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